domingo, 27 de abril de 2014

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Até mil noches a mi paradoja.
Até unos cuantos cigarrillos al recuerdo.
Contemplé el silencio abrumador que
taladró mis tímpanos
en el cuarto de lo olvidado.
Busqué la renovación de tus besos,
busqué tu nombre entre mis sábanas.
El recuerdo sin retorno salió a dar aviso
del error que tú y yo cometimos
en el tiempo verdugo. (Nuestro tiempo...)
Por la noche conversé con mis dudas
y lloré sus respuestas.
Me traté de desahogar en
el mar infinito de mis palabras
y me ahogué en sueños idílicos
que me envolvieron en su perfume.
Observé hervir las aguas de mi mente
donde se pudre un Leviatán.
Observé con bonanza tu rostro
fuera del sueño.
Reflexiones infinitas dieron paso a caricias
otorgadas por la Luna de plata.
Quedé varado en el canal acuático de
tus dos pequeños senos reflexionando.
[...]
¡Y caí en el cielo de tus ojos
que los tengo que buscar sin recelo
entre el catálogo de otros arrecifes!
Pero ahora, entre los muelles de Europa,
fusionándome con Rimbaud, me percaté de que

"...las albas son siempre lacerantes."

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