lunes, 12 de mayo de 2014

Élégie pour la stèle d'un inconnu.

"...El desvaído paisaje va perdiendo colores
y en todo el aire flota una solemne calma,
que sólo rompe el ruido del moscardón volando
y el cencerreo monótono de lejanos rebaños..." 
“ELEGÍA ESCRITA EN UN CEMENTERIO DE ALDEA”, Thomas Gray (fragmento) 

Cantamos y bailamos bajo la estrella de un desconocido
que alimentó las barbas de una ginebra congelada en el desierto.
Una sonrisa que marcó nuestras pupilas con
el sístole y diástole de su juventud.

Esclavo inmigrante que derrumbó su vida en
un par de cigarrillos que los consumió el viento
etéreo de nuestros cosmos inundados .
Aliento de taladro, voz de cueva.
Sacaba su jeringa y se dedicaba horas y horas
a componer pequeñas canciones desahuciadas.

Takashi Ogawa caminó rumbo al muelle,
tomando su lira de cuerdas hechas con tripa de gato,
se sentó al borde de él, posando sus pálidos pies sobre el agua
comenzando con una elegía para el sol que se ocultaba,
entre los senos de Gaia,
solo para vestirse de blanco y volver a iluminar la estepa
con bugamibilias marchitas.

Cantó y bailó solo...
Bailó y cantó con ella.
Cuando terminó el certamen de maravillosa fiesta vivaz,
se sentó de nuevo en el muelle
y
preparando de nuevo el ritual
a la estrella del desconocido preguntó:
¿Cuál es tu nombre?
[...]
Y nunca le contestó.

https://www.youtube.com/watch?v=4q2HdydB1tE&list=UULh0jb2_9Z7BY7S1AaYJ0sg

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