miércoles, 23 de abril de 2014

Poema II

Levadura invisible,
dulce momento callado en donde nuestros ojos se unieron inequívocamente.
Al vernos, nuestras catedrales internas se quemaron y quedó sólo la estructura del sentimiento descorazonado de los dos.
La noche que nos baña derrama sobre nuestros cráneos ganas de quedarse atados.
Y mientras el café baja por nuestra garganta y se crea un Safari gustativo, la incertidumbre del mañana crea tumores en nuestras sienes que para calmar su bravura masajeamos nuestras lunas eclipsadas. Dime, querida mujer blanquecina, ¿qué habrá mañana? ¿Morirá otro grande? ¿O morirá sólo nuestro amor? ¿No es acaso lo mismo?
Descansa, maldita asesina de noches con insomnios repetidos. Descansa en la palma de Hades con Presnier de fondo.
Descansa, porque quizás no haya un mañana y debas estar preparada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario